sábado, 1 de noviembre de 2014

El Kung Fu en tiempos de paz

Sifu José Rodríguez

 Por: José Miguel Rodríguez
Un proverbio chino exhorta a “Sudar mucho en tiempos de paz, para sangrar menos en tiempos de guerra”. Notemos que no se invita a sangrar en tiempos de paz, lo que rayaría en el absurdo filosófico.

El término marcial indica “perteneciente o relativo a la guerra, la milicia o los militares”, lo que se presta asimilar  estas disciplinas con la confrontación para causar el daño máximo y la aniquilación de semejantes, que es lo que sucede en las guerras.

Efectivamente, un artista marcial avanzado tiene entrenamiento suficiente para causar fracturas,  desgarramientos, lesiones de órganos internos y externos, y la muerte.

Las artes marciales chinas, como las de otros países son parte del entrenamiento militar universal, en la preparación para el combate cuerpo a cuerpo, modalidad de guerra cada vez menos probable vistas las opciones de combate aéreo, marítimo y terrestre.

En la antigüedad y en la época medieval, las personas podían dirimir sus diferencias mediante un duelo a mano vacía, o incluso con armas, como en el viejo oeste norteamericano.

En época de guerra, y en el contexto de las ciencias militares, el artista marcial debe ser un tipo bragado, rigurosamente entrenado para preservar su  integridad, y tomar con el menor esfuerzo posible la vida de sus adversarios.

Ese accionar es muy distinto al del artista marcial que vive en la época moderna y en un Estado de Derecho. Ante una agresión, o amenaza, en vez  de fijar fecha y lugar de un duelo, acudimos a los cuerpos policiales o al aparato judicial del país.

Las acciones de daño físico irreparable y la muerte son severamente castigadas por las leyes de República Dominicana, y de todo país civilizado.

El artista marcial de hoy debe ser más bien experto en preservar la vida de sus conciudadanos; en prolongar su propia existencia; en la Trofología o ciencia de la alimentación; en técnicas de respiración y  manejo de la energía vital.

Este arte pugilístico debe ser desarrollado de manera que sea compatible con el estilo de vida de jóvenes y adultos que en lugar de (o además de, sin son militares) ejercen las más diversas profesiones, desde las ingenierías y la Medicina, a la Contabilidad, Informática, Derecho, Gestión de Negocios, Mercadotencia, entre otras.

El kungfucista de hoy día debe aprender  Acupuntura, Digito-puntura, Yoga, Chikung y otras disciplinas orientadas a preservar la vida y cultivar la longevidad. Debe estar listo a realizar algo de levantamiento de pesas, caminar, correr y hacer ejercicios aeróbicos de salón, e incluso bailar. Bruce Lee eran un gran bailarín. Se dice que el baile, por la coordinación psicomotriz, es excelente para todo artista marcial.

El artista marcial bueno hoy día, es aquel que nunca o casi nunca tiene que usar su arte, salvo que esté dispuesto a comparecer ante los tribunales y ganarse una larga estadía en cárceles tan deprimentes como el penal de La Victoria.

En ese contexto, la modalidad deportiva es una opción para quienes deseen poner a prueba algunas de sus habilidades de fuerza, precisión y velocidad, claro que con las medidas de protección y reglamentación adecuadas.

Para que practicamos entonces Kung Fu en la actualidad? Básicamente hacemos Kung Fu para mantenernos más saludables. Practicado con intensidad este arte marcial puede servir para bajar o controlar el peso corporal.

Hacemos Kung Fu para propiciar mayor armonía entre nuestro cuerpo físico y nuestro cuerpo espiritual, para entrar en mayor armonía con la naturaleza.

Hacemos Kung Fu para avivar la llama de la energía vital, del Chi. Para incrementar la autoconfianza y el autocontrol.

Hacemos Kung Fu: “Por la cultivación mental, para el desarrollo completo de la humildad y el control propio”. Hacemos Kung Fu para la paz. No es casualidad,  quien trato el Kung Fu Culebra Blanca República Dominicana, fue un miembro del Cuerpo de Paz de los Estados Unidos, el señor Larry Osborne. Nos trajo este regalo en una época de guerra y convulsiones políticas. Su objetivo no era promover la violencia o la insurgencia, sino desarrollar ciudadanos pacíficos integrales y pacíficos.